Diario de León.
Las monjas pulen la clausura
La prensa local se hace eco de nuestra Hacendera en Las Concepcionistas
La hacendera de Promonumenta en el convento más antiguo de León abre los actos de su quinto centenario La comunidad hizo una excepción en su estricto encierro dada la maleza acumulada
El huerto del convento, ubicado en pleno centro de León, desde la cerca medieval. Arriba, el torreón y un instante de la facendera. CHEMA VICENTE –
El claustro del convento de las Madres Concepcionistas, un espacio rara vez fotografiado por la condición de clausura que rige la norma de sus habitantes. CHEMA VICENTE –
E. GANCEDO | LEÓN
Es lo que sucede con los conventos de clausura, que todo el mundo pasa por delante de sus fachadas pero son contados los que logran cruzar el umbral y aún menos los que llegan a vislumbrar cocinas y patios. La entrada se restringe con mucho rigor a proveedores, fontaneros y otros operarios, y la salida, no digamos. En la capital leonesa hay uno de especial relevancia por antigüedad, por el notable patrimonio artístico que reúne y por unas tradiciones que involucran a toda la ciudad, el de las Madres Concepcionistas.
Este año se celebra el quinto centenario de su fundación y el pasado sábado, en preparación de los actos con que se festejará la efeméride, miembros de la asociación Promonumenta accedieron al interior del convento para limpiar partes del huerto que se encontraban llenas de maleza. Fue uno de los integrantes de esta activa agrupación en defensa del patrimonio leonés, persona que mantiene una estrecha relación con la comunidad monástica, quien se percató del estado del patio y propuso a las monjas una de esas ya famosas hacenderas de limpieza que la asociación ha venido desarrollando en numerosos enclaves históricos o monumentales de todas las comarcas leonesas olvidados por las instituciones —y hay muchos—. Las moradoras del cenobio aceptaron pero con una condición: limitar a quince el número de participantes con objeto de no turbar en exceso su encierro de siglos.
Todo un privilegio para los pocos elegidos, que pudieron así contemplar rincones habitualmente vedados a la inmensa mayoría de los leoneses. El claustro, el gran huerto a la sombra de las cercas medievales, el airoso torreón, los valiosos artesonados… una ocasión única de la que son buenos testimonios las imágenes que ilustran este artículo, tomadas por uno de los miembros del colectivo en el transcurso de un trabajo en equipo cuyo nombre está tomado de las tradicionales labores comunales de los pueblos leoneses, la hacendera o facendera.
Pertenecientes a la Orden de la Inmaculada Concepción y popularmente conocidas en León como ‘concepcionistas’, las monjas que pueblan el monasterio capitalino rondan hoy la decena y algunas son de muy avanzada edad. Dado lo atractivo e insólito de la iniciativa, la petición «se vio desbordada de socios voluntarios», como transmiten desde Promonumenta, finalmente escogidos en razón de la veteranía en el colectivo.
Y es que se trata, tal y como recordaba a este periódico el investigador Juan Carlos Ponga, del convento «más antiguo de la ciudad», ya que las Carbajalas, «cuya fundación es anterior, en realidad estuvieron muchos años fuera, en la localidad de Carbajal de la Legua», apreció el autor de Apuntes para la historia de la ciudad de León.
Retazos de historia
El hoy convento fue en su día palacio que la noble leonesa Leonor de Quiñones y Enríquez heredó de su madre, Juana Enríquez. Leonor de Quiñones, hija de los primeros condes de Luna, nació en 1471 o 1473 en esta casa-palacio, típica del medievo leonés, que la familia poseía en la plaza situada al final de la calle La Rúa, dentro del recinto murado de la ciudad.
Especialmente dotada para la cultura y el humanismo, sus padres decidieron enviar a Leonor a la corte real, y tanto debió impresionar allí con sus virtudes que en el año 1491 llega a dama personal de Isabel, la reina católica. «La convivencia con la reina permitió a Leonor, probablemente, forjar con ella una fuerte amistad y conocer de sus propios labios la estrecha relación que ésta mantuvo con su amiga Beatriz de Silva —más tarde canonizada y quien fue fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción—, fallecida en las fechas en que Leonor se incorpora a la corte real», recuerda el convento leonés a través de su página web.
Una vez regresada a su ciudad natal por cuestiones de salud, su madre le lega la casona familiar para que funde en ella un convento dedicado a María Inmaculada «por la entrañable devoción y amor que rendía a la Madre de Dios». «Le ayudan en esta empresa su hermana Francisca, la primera abadesa del nuevo convento; y así, desde ese momento de la fundación, en 1516, hasta 1550, las Concepcionistas de León contarían siempre con una hija del respectivo titular del condado de Luna», prosiguen en el apartado de historia y curiosidades. Pero además uno de sus hermanos, el padre Francisco de los Ángeles Quiñones, que llegó a ser ministro general de la Orden Franciscana y luego cardenal, ayudó considerablemente a Leonor, por ejemplo enviando a León desde Roma «diversas reliquias y obteniendo del papa bulas, indulgencias y privilegios para este monasterio».
La portada de piedra, la carpintería mudéjar, el retablo de Juan de Ribero, del siglo XVIII, y otros dos laterales constituyen, entre otros, algunos exponentes del rico patrimonio artístico de esta joya escondida.