Detalle de la secuencia constructiva de la cabecera, mampostería alternando con ladrillo y llagueado resaltado
PROMONUMENTA EXIGE UNA INTERVENCIÓN EN LAS RUINAS DE LA BASÍLICA DE MARIALBA
Texto y Fotos: David Gustavo López
Está a tan solo siete kilómetros al sur de León, a orillas del Bernesga, pero pudiera estar a ciento veinte, entre las montañas más recónditas de la provincia; su estado de olvido y abandono sería el mismo. De poco vale que entre los primeros mentores de la importancia de sus ruinas se halle Manuel Gómez Moreno, en 1925, ni que las primeras excavaciones arqueológicas fuesen realizadas en 1967 y 1968 por el prestigioso Helmut Schlunk, del Instituto Arqueológico Alemán, con la colaboración del Instituto Leonés de Estudios Romano-Visigóticos, al que representaba nuestro desaparecido Antonio Viñayo. Y tanto o menos parece importar que los especialistas la hayan datado en el siglo IV, en época bajo-imperial romana, cuando León todavía era campamento de la Legión VII, ni que la tengan considerada como una de las basílicas paleocristianas más antiguas de España y, además, la de mayores dimensiones (23,40×13,60 m.), ni que sea el primer caso con ábside de herradura. Tampoco vale de nada que haya sido declarada Monumento Nacional en 1979 y BIC Zona Arqueológica en el año 2000, con una superficie protegida superior a dos hectáreas.
Estamos hablando, claro está, de la basílica de Marialba, una de las evidencias del temprano auge que en esta tierra adquirió el cristianismo, precisamente al lado de la antigua ad Legionem, la vicus o ciudad donde residían los familiares y cuantos negociantes seguían a los legionarios del campamento de León, situada en Puente Castro, que también espera su indulto y, como ahora se dice, puesta en valor. Porque fue aquí en ad Legionem, donde San Cipriano de Cartago, en una carta escrita en el año 254 a la comunidad cristiana de este lugar, menciona la existencia de una sede episcopal que, por la fecha, se halla entre las más tempranas en España.
Supuestamente convertida en iglesia martirial algo más tarde, el suelo de su cabecera dio cobijo a trece tumbas, posible símbolo de Jesucristo y sus doce apóstoles, las cuales, al ser descubiertas en 1968 dieron origen a hipótesis desconcertantes que deberían haber sido capitalizadas por la ciudad de León: Para el abad Antonio Viñayo eran los sepulcros de San Marcelo, centurión de la Legión VII, y de los doce hijos que hubo con Santa Nonia, todos mártires y santos, el primero decapitado en el año 298 y patrono de la ciudad, y nacidos en ella los demás, siendo San Claudio el primogénito.
Excavaciones arqueológicas realizadas en 2009 permitieron profundizar en muchos detalles de lo ya descrito y dejaron el monumento listo para ser adecuado al rango que le corresponde. En ello se comprometió la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León, pero los años pasan y las supuestas restricciones presupuestarias han servido de disculpa. Entre tanto, las ruinas son más ruinas, los muros que aún permanecen en pie están al borde del colapso, las protecciones y cubriciones para la intemperie, pensadas para poco tiempo, se han roto o degradado, los muros que aún permanecen en pie están al borde del colapso y, de no ser por una acción de emergencia del Ayuntamiento de Villaturiel durante el verano pasado, la maleza ya ni siquiera permitiría contemplar las ruinas en su abandono.
Promonumenta, que ha seguido con preocupación este proceso, dedicando al monumento numerosas hacenderas, nuevamente ha visitado las ruinas y, ya con desesperación, exige, pide o ruega, lo que más les guste a nuestros políticos responsables, una inmediata intervención.