DIARIO DE LEÓN 11-1-2024
Ingresar en la Lista Roja para salvar un enclave leonés único
Promonumenta teme la destrucción definitiva de los Pozos de Colinas en Camposagrado
Imagen de archivo de uno de los trece Pozos de Colinas, que están en riesgo de desaparecer. RAMIRO
11 DE ENERO DE 2024, 3:33
Hay ocasiones en que hay que perder una batalla para ganar la guerra. Promonumenta y, en especial, el investigador David Gustavo López, llevan años alertando sobre la destrucción inexorable de los Pozos de Colinas, un enclave arqueológico único y enigmático, amenazado por el abandono y las plantaciones de pinos de Camposagrado. «Todavía a día de hoy no sabemos qué son esos pozos», admite Gustavo López, ingeniero aeroespacial de profesión. Han pedido a Hispania Nostra que incluya este paraje, para algunos megalítico, en su temida Lista Roja. «Es la mejor manera de llamar la atención», dice Gustavo López, sobre un lugar histórico que podría tener los días contados.
En un artículo publicado en el último número de la Revista de Antropología y Tradiciones Populares, David Gustavo cuenta cómo los trece hoyos pudieron ser túmulos de finales del Neolítico, como aventuró el investigador César Morán en 1949. Trece agujeros con alineación sur-norte, paralelos a la vía romana de Legio hacia Asturias, donde las crónicas medievales aseguran que Pelayo se enfrentó a las huestes del moro Almanzor y le ganó gracias a que fingió la retirada de sus tropas, mientras algunos soldados, en grupos de cincuenta, se escondían en trece hoyos que mandó cavar el capitán Colinas. Al amanecer, los moros creyeron que los cristianos habían huido, por lo que avanzaron y cayeron en la trampa. El lugar quedó sembrado de cadáveres, de ahí el nombre de Camposagrado. Una épica leyenda con evidentes anacronismos, ya que casi tres siglos separan a Pelayo de Almanzor. Otros atribuyen la misma batalla al tiufado Tusinos que el rey felicitó con la famosa frase: «Tú sin nos los has vencido y éste será tu apellido». Los Tusinos son una de las familias nobiliarias más antiguas de León, en cuyo escudo de armas figuran trece círculos en alusión a los pozos.
Otros investigadores han creído que los pozos —de un diámetro que oscila entre 15 y 30 metros y una altura sobre el nivel del suelo que llega a los 4 metros, separados entre ellos en unos 50 metros— están relacionados con las explotaciones auríferas romanas del Molino de la Griega y del Cillerón. La hipótesis más probable es la de Morán, que sugirió que se trata de túmulos o enterramientos de época megalítica más tarde saqueados.
Hace dos décadas, el Quijote Pensante, obra del escultor Víctor de los Ríos, lucía en el campus de Vegazana sobre una montaña de piedras extraídas de Carrocera. Por el maestro e investigador Antonio Justel sabemos que en Camposagrado había una gran superficie sobre la que se hallaban numerosos menhires alineados y varias formaciones en círculo, a modo de cromlechs. Al restaurar la escultura del Quijote se le cambió el pedestal y las piedras desaparecieron.
Hace una década Gustavo López y Luis Arias lanzaron un S.O.S. para tratar de rescatar los trece pozos. «Van desapareciendo poco a poco y así hasta que no quede nada». Respaldados por tres asociaciones y por el propio Ayuntamiento de Carrocera, cuya alcaldesa era entonces Teresa Álvarez, los pozos se declararon zona protegida en las normas urbanísticas, creando una franja, a lo largo de los pozos, de 50 metros, donde no se podían hacer plantaciones de pinos, como la ‘mortífera’ llevada a cabo en los 70 por el Icona.
El PSOE exigió en las Cortes a la Junta que adoptase medidas de protección, recibiendo la respuestas de que las normas urbanísticas de Carrocera ya preveían su protección, siendo responsabilidad del Ayuntamiento y de la Consejeria de Cultura de la Junta velar por ello. Camposagrado es un tablero de ajedrez de fincas particulares. Las plantaciones fueron creciendo y eso que «ha habido una mano que ha ido quitándolos». Sin embargo, algunos pozos son ya invisibles; y otros, se han ido colmatando.
«Se iba a hacer un estudio de los pozos para averiguar qué son. Pedimos una subvención. La Junta, ni caso. La Diputación dio una cantidad tan pequeña que el arqueólogo dijo que no podía hacer nada», cuenta Gustavo López. Promonumenta, el Instituto de Estudios Omañeses, la asociación Luna Verde y el Ayuntamiento de Carrocera pidieron la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), pero la Junta ni se molestó en contestar.