La Junta da licencia a cuatro macroparques solares
troceados en Villadangos del Páramo
Todos ellos son proyectos del grupo Lamelas Viloria, contiguos y comparten infraestructuras de evacuación, por lo que se deberían considerar como el mismo parque
La Junta de Castilla y León
concede autorización administrativa previa a cuatro de los cinco macroparques
solares troceados en Villadangos del Páramo -El Monte, Roteles, La Fenera y
Valtarafón-, tal y como publica la edición del Boletín Oficial de la Provincia
(BOP) de León de este jueves, y deja pendiente de este trámite solo el de La
Llanada. Todos ellos proyectos del grupo Lamelas Viloria, entre Villadangos del
Páramo y Cimanes del Tejar y que comparten infraestructuras de evacuación, por
lo que se deberían considerar como el mismo parque.
Es precisamente este argumento
el que esgrimieron desde la plataforma Ecologistas en Acción para presentar
alegaciones en su contra, entendiendo que al tratarse de un único macroparque y
no cinco más pequeños su tramitación debería ser competencia del Ministerio
para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y no de la Consejería de
Medio Ambiente.
En este punto, la
administración autonómica se comprometió a estar alerta de esta maniobra
empresarial y actuar en consecuencia en su tramitación, pero la realidad es que
están dando de paso proyectos troceados como éste. La contestación, tajante, es
que “si desde el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico se
considerara que el Servicio Territorial carece de competencias para la
tramitación de estos proyectos, se nos indicara el procedimiento para la
remisión de los expedientes a dicha administración. No habiendo recibido
respuesta al respecto, entendemos que debemos seguir con su tramitación por lo
expuesto anteriormente”.
Los cinco macroparques solares
de Villadangos en su conjunto ocuparían 453 hectáreas entre Villadangos y
Cimanes del Tejar, para generar una potencia de 250 Mw, a través del desembolso
de 140,5 millones de euros.
El Plan que nadie cumple. La obra de la calle Carreras no han respetado ni
una de las directrices del Plan Director de la Muralla. Ha colocado césped,
pese a estar prohibido y ha elegido materiales que impiden unificar la
fortificación y la convierten en la ‘muralla de Frankenstein’.
Melquíades
Ranilla, arquitecto redactor del Plan Director de la Muralla. J. NOTARIO.
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Las
obras que se están llevando a cabo en la calle Carreras. J. NOTARIO
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El
cubo recreado en la calle Carreras. DL
Dibujo
de cómo deberían reconstruirse los cubos derribados en la calle Carreras, según
el Plan Director. DL
La idea inicial era
peatonalizar la calle Carreras, pero no rescatar la muralla que discurre por
ella. Las obras comenzaron sin tener en cuenta que, con seguridad, los restos
de los cubos derribados en 1906, para dar paso al incipiente tráfico rodado,
seguirían ahí. Y tampoco se consultó el Plan Director de la Muralla, diseñado
por el arquitecto Melquíades Ranilla. El Plan se elaboró en 2008, por iniciativa
del Ministerio de Cultura, titular de la muralla, que convocó un concurso
público. El proyecto fue adjudicado a Ranilla y posteriormente fue consensuado
con los técnicos del ministerio y del Ayuntamiento. Pero sigue sin cumplirse.
En la calle Carreras,
cuando aparecieron los valiosos restos de las fundaciones de las torres de la
muralla, la Comisión de Patrimonio actuó de oficio para protegerlos. Exigió
excavaciones arqueológicas y se opuso, como pretendía el Ayuntamiento, a que
fueran nuevamente enterrados. Al final, han quedado a la vista los tres mejor
conservados —los más próximos a Puerta Castillo— y se ha marcado la ubicación
de los otros cuatro con una solución que estrangula la calle y dificulta la
accesibilidad, por ejemplo, de un camión de bomberos. Las asociaciones de
vecinos del entorno consideran el resultado una «chapuza» y «decepcionante».
«Uno de los objetivos principales del Plan Director es que exista una
coherencia en las diferentes obras de restauración que se sucedan, de tal manera
que no se cree un monstruo de Frankenstein», explica Ranilla, autor también del
Plan Director de la muralla de Astorga, del León Romano o de los monasterios de
San Pedro de Arlanza y Sigena.
Inspired by
Debido al enorme
tamaño del monumento y a que pasan años entre intervención e intervención, el
Plan está pensado para que no haya discrepancias conceptuales y de diseño. Por
ejemplo, hay una larga lista de pavimentos a utilizar, al tiempo que se
prescriben los criterios de uso para los mismos. Nada que ver con los que se
han colocado en la calle Carreras.
En las zonas de
contacto con los lienzos de la muralla, en las zonas peatonales, fuera del
tráfico rodado, la guía de Ranilla indica claramente que hay que poner losas de
piedra de Boñar.
Prohibido poner césped
El plan también deja
muy claro que «en ningún caso se contemplan zonas ajardinadas». Desoyendo esta
prohibición, hay prevista una ‘alfombra’ de césped que bordea la muralla desde
desde el inicio de Carreras al final de la avenida de los Cubos.
No es una cuestión
caprichosa: «Las humedades provocadas por el agua de riego producen lesiones en
la piedra y el mortero de la muralla». Se trata de una costumbre decimonónica
que persiste en muchas murallas. Cuando se redactó el Plan Director se consultó
a técnicos expertos en la conservación de la piedra, como José María García de
Miguel, catedrático de Petrología de la Universidad Politécnica de Madrid,
titular de la Cátedra Unesco y vicepresidente de Icomos España, que
desaconsejaron el ‘verde’. La intervención de la calle Carreras, con un
presupuesto de 1,1 millones de euros, además de incumplir el Plan Director,
está llena de incoherencias».
El cubo reconstruido
Algunos expertos se
posicionaron en contra de reconstruir los siete cubos derribados a mazados a
principios de siglo, sin tener en cuenta que ya hay un precedente en la calle
Ruiz de Salazar. En esta calle en los años 60 Luis Menéndez Pidal rehizo un cubo,
que, además, ha evitado que la muralla se viniera abajo. Años más tarde, cuando
Ranilla llevó a cabo las obras en este tramo, el primero en el que el adarve se
hizo paseable, se optó —con permiso de la Comisión de Patrimonio— por elevar
este cubo hasta las zonas de circulación históricas del adarve, señalando
claramente que se trataba de una obra distinta.
Fiel al Plan Director,
Ranilla aboga por la recuperación de la imagen de la volumetría completa de
gran parte del lienzo oeste, de todo el lienzo norte y de prácticamente la
totalidad del lienzo orientado al este de la muralla, incluida la esquina
noreste del sistema defensivo. Esto facilitaría la comprensión del monumento en
sus momentos históricos principales (romano y medieval).
El único consuelo, tras una obra que disgusta a buena parte de la
ciudadanía, es que es ‘reversible’. En algún momento se puede retomar la
recuperación de los siete cubos de la calle Carreras, cumpliendo el espíritu
del Plan Director.