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LOS PETROGLIFOS DE MARAGATERÍA UN BIEN DE INTERÉS CULTURAL QUE VA DE INCÓGNITO
PROMONUMENTA CONSIDERA QUE LOS PETROGLIFOS DE MARAGATERÍA DEBEN SER DECLARADOS BIEN DE INTERÉS CULTURAL
Texto y Fotos: David Gustavo López
Tras la conferencia organizada el viernes 25 de mayo por Promonumenta, en la que Juan Carlos Campos Gómez, descubridor, investigador y mayor divulgador de los petroglifos de la provincia de León, expuso la cronología -iniciada en el año 2008- de sus descubrimientos y el valor prehistórico e histórico de los mismos, siguió la parte práctica con una visita efectuada el domingo 27 a los petroglifos de Peñafadiel, en el término de la localidad de Filiel, a los pies del Teleno, y a los de Peña Ferrada y Peñamartín, en Chana de Somoza.
La importancia de ambos conjuntos, especialmente del primero, donde se hallan representados los laberintos que Campos y cuantos investigadores los han estudiado consideran los más abundantes e inéditos en sus variados diseños de cuantos se conocen, diferenciándose también en que, además del clásico dibujo de siete vueltas, se conjuntan aquí otros de nueve y de diez, lo cual, hasta ahora, resulta inaudito en laberintos prehistóricos. Lo mismo ocurre a la hora de determinar su antigüedad, un tema muy debatido entre los especialistas, aunque eminentes figuras como Antonio de la Peña y Fernando Costas, quisieron cerrar el debate situando cronológicamente los laberintos en el entorno de hace 4.000 años. Sin embargo, estos laberintos maragatos han abierto de nuevo el debate y especialistas de primera línea como Jeff Saward opinan que podría hablarse de bastantes siglos antes de los hasta ahora conocidos.
En Chana de Somoza se visitaron los petroglifos de Peñaferrada donde parecen superponerse grabados de distintas épocas, especialmente cruciformes medievales y herraduras y semicírculos que podrían datar de la Edad del Hierro. También se visitó otra roca, cercana a la primera y conocida como Peñamartín (topónimo de toda la zona), donde se aprecia una alineación de cazoletas desde las que descienden surcos, a modo de arados, algunos de los cuales casi llegan hasta el suelo.
La iglesia de Santiago, en Chana, requirió una visita obligada por la curiosidad del remate de su espadaña, que más parece un águila que la tradicional cruz. Algunos estudiosos creen que se trata de un águila romana, al estilo de las que eran portadas a por las legiones, perteneciente a alguno de los destacamentos militares instalados en esta zona para vigilancia de las explotaciones auríferas que aquí mantenían. Curiosidad especial ofrecen las pinturas que emergen de detrás del retablo principal, en las que se observa algún demonio junto a la palabra «Hermógenes», la cual, casi con certeza, se refiere al mago de este nombre, mencionado en el Codex Calixtinus, que intentó destruir a Santiago por medio de los demonios, pero que, al final, terminó convirtiéndose a la fe predicada por el Apóstol.
En Filiel, previamente a la comida, fue obligada una visita a la fuente y lavadero del Mato, para cuya construcción se utilizaron miedras de las aquí llamadas «moralizas», sobre las que hay grabadas una serie de cazoletas y surcos que en alguna parecen configurar antropomorfos.
La tarde fue aprovechada para visitar la localidad maragata de Turienzo de los Caballeros, en la que son obligadas su torre medieval, de los Osorio -que amablemente nos enseñó Oscar, técnico de turismo del Ayuntamiento de Santa Colomba de Somoza-, y su iglesia con importantes vestigios románicos, erigida por la Orden Hospitalaria de San Juan.
Ante el valor de estos petroglifos, indudables joyas del patrimonio cultural leonés, Promonumenta se pregunta cómo es posible la situación de abandono en que se hallan -la actuación de la Junta se ha limitado a colocar dos pequeños paneles informativos-, expuestos a la acción de cualquier desaprensivo, de los que hay muchos, que con una simple herramienta de mano podrían acabar en un rato con las manifestaciones del pensamiento humano de hace más de cuatro mil años. Conservarlos en el lugar donde fueron hechos es imprescindible para su mejor admiración y comprensión, pero una adecuada cobertura dentro de un pequeño recinto que admita la visibilidad del entorno también parece igual de imprescindible.
Dado que loa antigüedad e importancia de los petroglifos de Peñafadiel ha sido reconocida por numerosos especialistas e instituciones, su declaración como Bien de Interés Cultual (BIC) es un hecho reconocido directamente por la propia Ley, que en su artículo xx determina que las pinturas y grabados rupestres tienen carácter de BIC. Sin embargo, así como la Junta de Castilla y León mantiene un expediente específico para pinturas rupestres como las de Sésamo, no ocurre lo mismo con estos petroglifos, que ni siquiera han sido incluidos en el listado existente en su página web oficial sobre Bienes declarados de Interés Cultural. Más grave es la situación, creemos, de los restantes petroglifos (Peñamartín, La Chanada, La Degollada, Castro Colorado, etc.), que en la mayoría de los casos carecen de estudios tan rigurosos como los de Peñafadiel y que, por lo tanto, su consideración directa como BIC pudiera ser debatida.