ILEÓN 29-01-2022
BIERZO
Candín quiere tener en funcionamiento su antigua herrería del siglo XVIII para el verano
Dos subvenciones del Instituto Leonés de Cultura de la Diputación han ayudado al Consistorio a sacarla de la ruina que era para convertirla en un nuevo reclamo turístico, que se completará con una ruta senderista hasta las minas de las que se extraía el mineral.
Estado de la herrería de Tejedo de Ancares en Candín, antes de la segunda inversión del Ayuntamiento y el ILC.
Elisabet Alba | 29/01/2022 – 10:30h.
El Ayuntamiento de Candín quiere tener en funcionamiento su antigua herrería del siglo XVIII para el verano. Dos subvenciones del Instituto Leonés de Cultura (ILC), órgano dependiente de la Diputación de León, han ayudado al Consistorio leonés a sacarla de la ruina que era para convertirla en un nuevo reclamo turístico que muestre a los visitantes, de un modo didáctico, su funcionamiento e importancia para la economía local, y que se completará con una ruta senderista hasta las minas de las que se extraía el mineral, tal y como ha trasladado a este medio el alcalde, José Antonio Álvarez Cachón.
La herrería de Tejedo de Ancares era de titularidad privada pero se cedió al Ayuntamiento de Candín para recuperarla y ponerla en valor. Tradicionalmente se abastecía de la mina de hierro del valle de Ancares, una mina de origen medieval. En el año 1172 el Obispado de Astorga cede a su iglesia y a los canónigos de la misma el «diezmo del hierro de Ancares», lo que corrobora la existencia del término Ancares y la actividad metalúrgica en el territorio con anterioridad a esa fecha. No obstante, los trámites para la construcción de la herrería de Tejedo de Ancares, conocida como ‘A Ferreiria’, no se iniciaron hasta el verano de 1788, con la solicitud de un permiso a los Concejos de Pereda y Tejedo, y con la creación de una sociedad para su explotación.
‘A Ferreiria’ constaba de un canal superior o bancillo por donde circulaba el agua, que utilizando la fuerza hidráulica accionaba las ruedas que movían los fuelles y el mazo, en un sistema parecido al de la herrería de Compludo. De hecho, el proyecto del Consistorio y el ILC pretende replicar este funcionamiento. Próxima a estas estancias se alzaba una carbonera para alimentar el fuego de la fragua, y cerca existían varias bocaminas desde donde se transportaba el mineral en carros de bueyes.
Boceto de la herrería de Tejedo de Ancares en Candín.
El edificio estaba en ruinas hasta hace apenas unos años y, aunque solo se mantenían en pie los muros perimetrales, el bancillo y los restos de muros interiores, la primera restauración con más de 90.000 euros de inversión, de los que el ILC puso 88.656 euros, permitió comprobar la singularidad y las dimensiones de la herrería.
Lo primero que se hizo fue desbrozar y limpiar el exterior y el interior del edificio, consolidar y rejuntar los muros, pavimentar los suelos con hormigones y piedra natural y, finalmente, colocar paneles explicativos en torno a la actividad propia de la herrería: las minas y las rutas de llegada del mineral, la industria de la siderurgia en la comarca y el funcionamiento de las fraguas. También se mejoró el acceso peatonal desde la carretera y se reabrió el canal de abastecimiento de agua.
Ahora, se está trabajando para culminar la tramitación de una segunda subvención del ILC cercana a los 195.000 euros, a través del Programa R (Recuperar, regenerar, reactivar). Con ella y otros 21.557,76 euros aproximadamente del Ayuntamiento, el regidor leonés espera tener finalizada y en funcionamento la herrería este año.
Estado de la herrería de Tejedo de Ancares en Candín, antes de la segunda inversión del Ayuntamiento y el ILC.
La historia de la herrería: de escenario de crímenes vecinales a refugio de republicanos en la guerra civil
Corría el mes de agosto de 1788 cuando dos hermanos y vecinos de Pereda, don Bernardo y don Gerónimo Rodríguez, que vivían en Ferrol dedicados a actividades comerciales como otros muchos ancareses de la época, y don Francisco Abella, del pueblo de Tejedo y residente en él, recibían el consentimiento expreso de sus Concejos para crear ‘A Ferreiria’.
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El acuerdo era que don Bernardo y don Gerónimo Rodríguez ponían el dinero y don Francisco Abella el terreno, un prado a orillas del río Ancares. En los años siguientes, los bienes de la empresa fueron creciendo pero, la gestión se empezó a complicar realmente con el fallecimiento de los socios fundadores.
A la muerte de don Bernardo y don Francisco Abella, se hizo un reparto de los bienes de la compañía entre sus respectivos herederos y años más tarde los herederos de don Bernardo y don Gerónimo compraron su parte a los de don Francisco Abella, para arrendársela a un gallego de Lugo vecino de Ferreirós.
Este fue el primer arrendatario de la explotación pero no el último. Entre sus muros hay guardadas historias de distintos propietarios pero también pasionales y vecinales, como la muerte violenta de don Juan Francisco de Ribadeneira en 1859, engañado y traicionado por su amante y asesinado en lo alto del prado de la herrería por tres vecinos de Tejedo por negarse a dejar pasar una acequia de riego por un prado de la herrería.
Se desconoce con exactitud la fecha en la que dejó de funcionar pero se calcula con bastante seguridad que fue hacia los últimos años del siglo XIX o principios del XX. Una vez abandonada su actividad industrial se dedicó a usos ganaderos, siendo arrendada en numerosa ocasiones a vecinos de Suárbol, Pradela o Barco de Valdeorras.
Hacia 1905 fue adquirida por 12.000 duros (60.000 pesetas) por Aquilino Barcia y su mujer Inés Rodríguez, vecinos de Tejedo y miembros de la conocida familia de los Barcia en el Bierzo.
Al comienzo de la guerra civil en 1936, y ante el avance del bando Nacional, Ancares se convierte en un lugar de refugio de muchos guerrilleros. Después de permanecer en Ancares más de tres meses, el 26 de septiembre de 1936 parte de esta herrería un colectivo de 800 personas dirigidas por César Terrón Abad y Luis López Rodríguez en dirección a Asturias para enrolarse en las filas republicanas y luchar contra los nacionales.
En 1953, la familia Barcia la vende por 350.000 pesetas a sus actuales dueños (José, Manuel y Pepe), que en 2018 firmaron un convenio de cesión del uso con el Ayuntamiento de Candín con la finalidad de su recuperación, promoción y puesta en valor que se está llevando a cabo.