El 12 de marzo de 2016 se ha realizado una hacendera para la limpieza de vegetación en el claustro y huerta del convento de la M.M. Concepcionistas de Leon. Participaron 15 personas y, a su término, las monjas agasajaron a los voluntarios con un refrigerio y tentempié de los qu ella saben preparar.

Respecto a la historia del convento, Chema Vicente ha extraído la siguiente nota:

«… fue el primitivo Palacio de Doña Leonor de Quiñones que heredó de su madre, Doña Juana Enríquez. Doña Leonor de Quiñones y Enríquez, fundadora del monasterio, fue hija de los primeros Condes de Luna, nació en 1473 en la Casa-Palacio que estos poseían en la plaza situada al final de calle la Rúa, dentro del recinto murado de la vieja ciudad de León. Y en la parte interior de Las Cercas Medievales de León, construidas por el Rey Alfonso x de León. «La llamada cerca medieval es el tramo que protegía el Burgo Nuevo que era la expansión de la ciudad durante los siglos XIII y XIV, en la actualidad se encuentran recuperados unos 550m.»

El periodista Emilio Gancedo en su reportaje sobre esta actividad, publicado en Diario de León del 16 de marzo de 2016, añade los siguientes detalles sobre cómo se gestó la hacendera y la historia del convento:

«Este año se celebra el quinto centenario de su fundación y el pasado sábado, en preparación de los actos con que se festejará la efeméride, miembros de la asociación Promonumenta accedieron al interior del convento para limpiar partes del huerto que se encontraban llenas de maleza. Fue uno de los integrantes de esta activa agrupación en defensa del patrimonio leonés, persona que mantiene una estrecha relación con la comunidad monástica, quien se percató del estado del patio y propuso a las monjas una de esas ya famosas hacenderas de limpieza que la asociación ha venido desarrollando en numerosos enclaves históricos o monumentales de todas las comarcas leonesas olvidados por las instituciones —y hay muchos—. Las moradoras del cenobio aceptaron pero con una condición: limitar a quince el número de participantes con objeto de no turbar en exceso su encierro de siglos».

«Pertenecientes a la Orden de la Inmaculada Concepción y popularmente conocidas en León como ‘concepcionistas’, las monjas que pueblan el monasterio capitalino rondan hoy la decena y algunas son de muy avanzada edad. Dado lo atractivo e insólito de la iniciativa, la petición «se vio desbordada de socios voluntarios», como transmiten desde Promonumenta, finalmente escogidos en razón de la veteranía en el colectivo».

«Especialmente dotada para la cultura y el humanismo, sus padres decidieron enviar a Leonor a la corte real, y tanto debió impresionar allí con sus virtudes que en el año 1491 llega a dama personal de Isabel, la reina católica. «La convivencia con la reina permitió a Leonor, probablemente, forjar con ella una fuerte amistad y conocer de sus propios labios la estrecha relación que ésta mantuvo con su amiga Beatriz de Silva —más tarde canonizada y quien fue fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción—, fallecida en las fechas en que Leonor se incorpora a la corte real», recuerda el convento leonés a través de su página web.

Una vez regresada a su ciudad natal por cuestiones de salud, su madre le lega la casona familiar para que funde en ella un convento dedicado a María Inmaculada «por la entrañable devoción y amor que rendía a la Madre de Dios». «Le ayudan en esta empresa su hermana Francisca, la primera abadesa del nuevo convento; y así, desde ese momento de la fundación, en 1516, hasta 1550, las Concepcionistas de León contarían siempre con una hija del respectivo titular del condado de Luna», prosiguen en el apartado de historia y curiosidades. Pero además uno de sus hermanos, el padre Francisco de los Ángeles Quiñones, que llegó a ser ministro general de la Orden Franciscana y luego cardenal, ayudó considerablemente a Leonor, por ejemplo enviando a León desde Roma «diversas reliquias y obteniendo del papa bulas, indulgencias y privilegios para este monasterio».

La portada de piedra, la carpintería mudéjar, el retablo de Juan de Ribero, del siglo XVIII, y otros dos laterales constituyen, entre otros, algunos exponentes del rico patrimonio artístico de esta joya escondida».

Coordinación de textos: David Gustavo López

Fotos: Chema Vicente

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