LA NUEVA CRÓNICA 8-5-2022
NC CULTURASR
Fulgencio Fernández | 08/05/2022AA
«Santiago de Peñalba será Patrimonio de la Humanidad»
LNC DOMINGO La Fundación World Monuments Fund ha elegido las pinturas de la Iglesia de Santiago de Peñalba, en el Valle del Silencio, para realizar en ella una de sus restauraciones corriendo con todos los gastos y contando con un equipo de gran prestigio que, con algunos retrasos, va a iniciar la tarea
Llegar hasta Peñalba cuesta trabajo, pero
merece la pena. Sentarse en Peñalba y admirar el pueblo y los montes que lo
rodean te hace entender incluso que el monje Genadio se encerrara allí para
siempre.
Y si no te parecen suficientes razones, que lo son, suma la imponente presencia
de su iglesia
de Santiago
de Peñalba y ya no tendrás ningún motivo para dudar que merece la pena el viaje.
Y entenderás aún mejor que Genadio se quedara allí y agradecerás que decidiera
construir esta iglesia de Santiago para enterrarse en ella, aunque también haya
debate sobre quién la construyó. No parece descabellado sino lógico, en ese
entorno, el convencimiento del arquitecto y experto en arte Pablo G. Longoria:
«Su interés y su belleza hará que acabe siendo Patrimonio de la Humanidad,
antes o después».
Pablo Longoria, Sánchez-Barriga e Isidro Bango con la restauradora Luisa, de Tracer, el equipo de trabajo.
La elección de Longoria para pronunciar la frase, que firmarían otros
muchos expertos y profanos, no es gratuita pues este arquitecto, delegado para
España de la Fundación
World Monuments Fund (WMF), es un asiduo en los últimos meses de este rincón «en
mitad de la nada», en sus propias palabras. Se le podría mover la pasión por el
monumento, que también, pero además es que la WMF ha decidido restaurar
otro de los tesoros de este lugar, las magníficas (y deterioradas, todo hay que
decirlo) pinturas de las paredes y ábsides de la iglesia de Santiago de Peñalba
en Peñalba de Santiago. Estas obras, a punto de comenzar parece, son las
causantes de la presencia de andamios en el templo y también de una cierta
polémica, por el retraso de las mismas, que desde WMF quieren aclarar o
explicar. Para ello se desplazan a Peñalba el citado Pablo G. Longoria y dos de
los expertos que trabajan en el proyecto de restauración, el director del
mismo, Antonio Sánchez-Barriga; e Isidro G. Bango, catedrático en la Autónoma
de Madrid, especialista en arte románico y prerrománico, y encargado también de
la musealización de San Isidoro, a modo de ejemplo pues detallar el currículum
de los tres nos llevaría todo el espacio. Sánchez-Barriga lo resume: «Es
evidente que la World Monuments Fund nos ha elegido por nuestra experiencia en
trabajos similares, en muchos países y a lo largo de muchos años».
– ¿Lo del retraso es cierto?
– De aquella manera, sí, pero matizable. Primero quiero decir una cosa, nuestra
filosofía es antes la excelencia que las prisas; y después algún otro matiz:
Según iban avanzando los estudios previos, la exhaustiva documentación, nos vamos
encontrando con nuevas realidades, por ejemplo: en las pinturas hay varias
fases y nos vemos en la necesidad de definir cómo realizar la restauración para
que en el resultado final este perfectamente recogido el paso del tiempo, eso
requiere nuevos estudios que suponen algún retraso; si le sumas que nada es
fácil en este lugar, incluso llegar con los andamios, que nos trae una empresa
de Estados Unidos, la pandemia… pues sí, ha habido retrasos, pero estamos ante
la recta final.
Pablo
G. Longoria abunda en la idea de su compañero: «Lo primero la excelencia, un
lugar así nos lo exige».
Esta restauración
de las pinturas corre a cargo de la citada WMF, sin participación económica de nadie
más, aunque sí con el necesario permiso de la propiedad (la Iglesia,
representada por Antolín de Cela, que no puso ningún reparo) y la supervisión
de la Junta
de Castilla y León, que debe velar por los bienes patrimoniales. De hecho, aquel mismo día
acude a Peñalba una supervisora del Gobierno regional, de una empresa externa,
que mantiene diversos debates con ellos.
– A ver si ya llega el permiso definitivo y nos ponemos a trabajar; dice
Sánchez-Barriga, quien explica que los restauradores ya llevan unos meses
trabajando en las ‘fases previas’ necesarias para los estudios.
El World Monuments Fund es una organización independiente dedicada a
salvaguardar sitios patrimoniales que ya ha contribuido con más de 110 millones
de dolares para proyectos en más de 300 sitios de diversos países.
– ¿Cómo fue elegir para su restauración las pinturas de Santiago de Peñalba?
– Elegimos Peñalba en base al interés que genera internacionalmente la España
Vaciada desde hace ya años. Cómo se ha ido despoblando este pueblo de Peñalba
de Santiago y nos planteamos cómo podemos ayudar desde nuestros recursos; y
pensamos que la mejor forma era poner en valor esta joya; explica Longoria,
como responsable para España de la Fundación, quien añade: «Esta iglesia y
estas pinturas nos exigen el máximo cuidado».
Una vez seleccionada la iglesia comenzó el proceso.
«Primero trajimos a un gran experto alemán que nos hizo un informe y después
seleccionamos el proyecto presentado por Sánchez-Barriga, con Bango de asesor,
que nos ofrece todas las garantías y que vamos ‘ampliando’ a la vista de nuevas
situaciones como hemos dicho buscando, lo repito, la excelencia final y
entendiendo a quienes quieren ver el templo sin andamios para mejorar el
turismo».
Comenzaron los trabajos y los debates, que les han llevado dos años hasta la
colocación de los andamios. Longoria explica que «tratamos de
establecer unos criterios de actuación que respeten todas las etapas por las que ha pasado
esta iglesia, desde el siglo X hasta ahora, y que al final las pinturas
restauradas ofrezcan una buena lectura de la secuencia» algo que se explica
bien pero no es tan sencillo. «Actuamos sobre otra restauración realizada en el
año 2005 y otras muchas anteriores, con sus peculiaridades, no voy a decir
errores pues son hijas de cada tiempo y cada circunstancia histórica. De ahí nuestro
interés en que todas las etapas estén presentes en la lectura final; tenemos
pinturas desde el siglo X hasta los encalados finales, creemos que del XIX e,
incluso, del XX y deben verse de alguna manera, de hacer desaparecer no se saca
nada y es irreversible».
Para esa «complicada» decisión de definir y plasmar el paso del tiempo, las
distintas pinturas que han convivido en la iglesia, resultó fundamental el
estudio y la presencia en el equipo del profesor Isidro G. Bango.
«Una obra excepcional del arte occidental»
El catedrático Isidro G. Bango realizó algunas de las tareas más complicadas, en las fases previas de estudio. «Mi trabajo consiste en una identificación iconográfica y una secuencia de realización de las pinturas existentes, en qué periodos se hacen, si es todo unitario o no…». El primer debate abierto era sobre la supresión de algunas pinturas, por su estado, importancia, valor artístico… «Yo no sería partidario de suprimir nada e ir dejando testimonios de cada una de las fases que he tenido el templo y las pinturas. A ello habría que sumar que la simple limpieza va a hacer resaltar más las obras pues las paredes y ábsides tienen una capa blanquecina, una especie de cortina, que empobrece su brillantez cromática».
Sobre las etapas y ‘las capas’ de las pinturas Bango habla de una forma muy resumida de «tres grandes fases, que van desde la más antigua, de las pinturas tardorromanas, hasta las últimas restauraciones recogidas por Gómez Moreno; sin olvidar las veces que se han tapado las pinturas, los encalados y lo que se pinta sobre ellos…». Por ello insiste en su dictamen es mantener la ya citada secuencia en el tiempo, que abarque todas las épocas de la iglesia y sus pinturas, que ‘resume’ en tres fases pero recuerda que «la última persona que interviene en la restauración dice que llega a detectar hasta siete capas, yo solo detecto ya tres».
Sobre la fase más antigua explica el profesor que corresponde a la «secuencia que tradicionalmente se llama mozárabe, que yo cuestiono como término pero nos sirve para entendernos. Corresponde a una pintura tardorromano, que abarca tres momentos distintos pero que no somos capaces de precisar con exactitud en el tiempo. La primera empieza en 937 y de la tercera se encuentran ejemplos todavía en vigor en Toledo en el año 1200».
La segunda de las fases que él describe comienza «a partir del 1200 llega un periodo en el que se cristianiza, entre comillas. En ella se quieren borrar los restos de lo que podríamos llamar para entendernos de tradición mozárabe o califal y andalusí y se pinta todo de blanco con lo que aparece una decoración propia del románico y el gótico, que se pueden llegar a yuxtaponer a lo largo del siglo XIII, que creo que llegó a reproducir cruces en cada uno de los ábsides. Cuando llega el siglo XVI los historiadores que describen a Santiago de Peñalba dicen que tiene una decoración mosaica, que no se refiere ni a musulmana ni de Moisés sino a una decoración ‘musivara’, es decir de mosaicos pequeñitos y pintados».
Y la tercera de las fases, la más cercana en el tiempo, explica el profesor Bango que «cuando han pasado los señores de la segunda fase se vuelve a pintar de blanco y hacen una decoración nueva de carácter escenográfica, con unos grandes borlones, muy aparatosos. Eso sería muy próximo al año 1700 y posteriormente llegan una serie de restauraciones que cuando Gómez Moreno visita el lugar cuenta que se ha vuelto a pintar y se ha realizado otra decoración que poco antes del año 1940 es sustituida por otra».
El profesor ofrece, en resumen, un resumen a vuelapluma pero que da a entender la complejidad del trabajo a realizar pero que, insiste, es fundamental realizar con sumo cuidado pues estamos ante una «obra excepcional para el arte occidental».
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