LA NUEVA CRÓNICA 20-3-2022
ACTUALIDADIR
Actualmente, se ha cerrado con cemento para hacer un bebedero. | CAMPOS
‘La Raposera’, en Alija del Infantado: entre el valor rupestre, la desidia y la barbarie
Juan Carlos Campos denuncia que se echa cemento en los petroglifos para hacer un bebedero de animales por segunda vez, en lugar de poner en valor esta zona rupestre
El investigador astorgano Juan Carlos Campos, descubridor de
los petroglifos de la Maragatería y
experto en arte
rupestre en la provincia leonesa, me llama para contarme «La triste historia de un
petroglifo». Y se refiere al tema como la ‘triste historia’ de la estación
de La
Raposera, en Alija
del Infantado, porque además de la desidia de las administraciones públicas para poner
en valor la zona estos restos arqueológicos se enfrentan por segunda vez a la
mano del hombre que, arena, cemento, agua y paleta de por medio, ha convertido
una cazoleta del Paleolítico
Superior o del Neolítico, de unos 10.000 o
12.000 años de historia, en un abrevadero para los animales.
Campos denuncia que seis meses después de que «alguien» colocara unas piedras y
unas paletadas de cemento para hacer un reborde en uno de los petroglifos de la
estación rupestre de ‘La Raposera’ en Alija del Infantado, ni el Ayuntamiento de
Alija ni la Dirección
General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León han actuado de
manera eficaz para garantizar la conservación y preservación de este conjunto
rupestre que puede pasar desapercibido para mucha gente, incluidos los vecinos
de la zona, pero que está incluido en la Carta Arqueológica de la provincia
desde el año 2012.
Y está incluido, precisamente, porque hace una década Ángel Sarmiento reconoció como
posibles petroglifos un panel con cazoletas en Alija. «En el mismo momento que
lo vi por primera vez, supe que se convertiría en una estación rupestre
emblemática de la provincia de León, y subí un pequeño trabajo a mi blog para
dar a conocer este yacimiento, además de mandar un comunicado a Patrimonio»,
explica Campos, insistiendo en que el Servicio Territorial de Cultura está
obligado a velar por su protección y conservación y también a incluir los
petroglifos en la lista de Bienes de Interés Cultural de la provincia.
Estado original de La Raposera, en Alija, hace una década. | CAMPOS
En el libro ‘Grabados
Rupestres de la Provincia de León’, donde está recogida la información e
imágenes sobre los petroglifos de La Raposera «en un lugar preferente, como
corresponde a la importancia de un excelente panel con una agrupación de una
treintena de pequeñas cazoletas asociadas a una cazoleta central mucho más
profunda que las demás», Campos explica que de «esta cazoleta principal sale un
pequeño canal que desagua el agua de lluvia o cualquier otro líquido vertido
sobre el panel a una zona cóncava que actúa como cubeta. Esta composición, más
elaborada de lo normal, destaca sobre la mayoría de los paneles de la
provincia, donde las cazoletas aparecen colocadas sin un orden aparente».
Es una de las razones que en su día llevaron al investigador astorgano a
reclamar la puesta en valor de esta zona sin que nadie hiciera nada. Pasó el
tiempo y en julio de 2018 «comenzó la pesadilla», apunta, mientras recuerda que
este panel resultó afectado gravemente «por una actuación sin sentido». Y es
que alguien construyó un reborde de cemento y piedras en un lateral del panel,
con la intención evidente de crear un abrevadero que pronto se llenó de agua
putrefacta. Tras dar aviso al Servicio Territorial de Cultura, un tiempo después
desaparecieron aquellos «pegotes» de cemento y el lugar recuperó la normalidad,
aunque el Ayuntamiento de Alija seguía dando la espalda al proyecto de puesta
en valor de este paraje.
Pasa el tiempo y en septiembre de 2021 la historia se repite, por eso es
para Campos «la triste historia de La Raposera». Tres años después, alguien ha
vuelto a construir un nuevo reborde de cemento con piedras, con el agravante de
que además de hormigonar el petroglifo convertido en abrevadero «ha excavado en
varios afloramientos de roca cercanos, no se sabe si para buscar tesoros o para
construir nuevos bebederos», cuenta indignado el investigador de Astorga, que se ofreció a dar
una charla en Alija para explicar todos los detalles.
Nueva denuncia ante Patrimonio y más pasividad y desidia de las
administraciones ante un tema «que tal vez estén esperando que se resuelva
solo», apunta Campos, con la indignación de saber que «la estación arqueológica
sigue abandonada a su suerte, con los afloramientos de roca excavados y, lo más
sangrante, con el panel de cazoletas reconvertido otra vez en un bebedero»,
mientras hay personas dispuestas a dar a conocer el valor de este paraje y con
intención de hacer de La Raposera un lugar donde conocer «el rico patrimonio
rupestre que tiene Alija» y del que no gozan otros lugares que luchan por
defender su historia.