LA COSTRA DE
SUCIEDAD había dejado ‘invisible’ el retablo de Villaselán. Al desmontarlo
apareció un precioso artesonado. Algo parecido ocurrió en la iglesia de
Valdavida. Ambos han sido reparados y retornarán en breve a sus localidades.
Se han salvado ‘in extremis’. El dedicado estado de
conservación hizo temer que los retablos de Villaselán y Valdavida no
resistieran su traslado al Taller de Restauración de la diócesis de León. La
fragilidad de los materiales con los que fueron realizados y la suciedad, que
apenas permitía ver las pinturas —sobre todo en el caso del de Villaselán—, han
obligado a los expertos a emplearse a fondo para salvar estas ‘joyas’.
Al desmontar los retablos, en ambos casos, hubo una grata sorpresa: han salido a la luz dos espléndidos artesonados. En una semana, calcula Máximo Gómez Rascón, responsable de Patrimonio de la diócesis, planean recolocar el retablo de Valdavida, que lleva ya cinco años fuera ‘de casa’. Valdavida está ubicada en la Ruta de los Retablos Platerescos, integrada por otras ocho iglesias, siguiendo el cauce del río Cea. En Valdavida esperan que 2021 sea especial, por el Año Jacobeo y la celebración de la exposición de Las Edades del Hombre en Sahagún, que pueden relanzar, si la pandemia del Covid-19 lo permite, esta incipiente Ruta del Plateresco, que incluye también las iglesias de Vallecillo, Gordaliza del Pino, Sahagún, Joara, Celada de Cea, Valdescapa, Cistierna y Yugueros.
La humedad, los repintes, las termitas y el abandono a
punto estuvieron de fulminar el altar de Valdavida, dedicado a San Julián y
Santa Basilisa, que el historiador Ramón Pérez considera de la llamada Escuela
de León —que en San Marcos—; mientras Gómez Moreno, en cambio, lo atribuyó en
su día a la escuela de Esteban Jordán.
La restauración ha superado con creces los 90.000
euros procedentes del convenio entre la Diputación y el Obispado, así que fue
preciso recurrir a cuestaciones organizadas por los vecinos y al trabajo, en
ratos libres, del Taller de Restauración, donde lleva desde 2015.
«Es la obra más compleja que ha pasado por el taller,
y hemos restaurado decenas de retablos», confiesa Rascón. Antes de su regreso
ha sido preciso reparar el presbiterio, que amenazaba con venirse abajo. Los
trabajos sacaron a la luz un espléndido artesonado que conserva su policromía.
«Es una preciosidad», dice Rascón.
Pinturas invisibles
El retablo de Villaselán volverá limpio y con nueva estructura previsiblemente a finales de año. Llegó al taller leonés ‘en las últimas’. Ha sido preciso asegurar su estructura, además de meterlo en la cámara de desinsectación. La suciedad impedía ver las pinturas, que han ‘reaparecido’ tras una simple limpieza. La idea es colocar el retablo en la iglesia en las próximas semanas e iniciar la restauración de las tablas ‘in situ’. El retablo padece múltiples patologías y tiene «muchos defectos». «La estructura está hecha con fragmentos de tableros», lo que explica su precario estado y que haya sido necesario ‘remendarlo’ por completo. Junto a estos materiales de baja calidad que sustentan las pinturas, posee unas guarniciones góticas que debieron pertenecer a otro retablo. Rascón destaca la labor impagable del Taller de Restauración, que «es el que más salvamentos ha hecho del patrimonio», afirma. Con solo tres personas, del taller salen cada año, completamente rehabilitados y desinfectados, cuatro retablos y una media de 18 tallas. Pero la demanda es «inasumible». Al menos con el personal actual. Con un presupuesto anual de 100.000 euros —que financian a partes iguales el Obispado y la Diputación— apenas pueden atender una mínima parte de las peticiones que reciben. Al responsable de Patrimonio de la diócesis leonesa le gustaría rescatar próximamente los retablos de San Martín de la Cueza y de San Pedro de Valderaduey.