«La contaminación es mucho más que humos y aquello de la transición a las energías renovables resulta más complicado que dejar de fabricar coches de combustión para colocar molinos en todos los montes»

«La contaminación es mucho más que humos y aquello de la transición a las energías renovables resulta más complicado que dejar de fabricar coches de combustión para colocar molinos en todos los montes»

LA NUEVA CRÓNICA 6-4-2023

OPINIóN

06/04/2023AA

La eólica insostenible

Por Jorge Francés

Hay energías limpias que ensucian el paisaje. Castilla y León está llenando sus horizontes de aspas gigantes y espejos enormes. Quiere aprovechar su anchura de antiguos campos para dejar de ser granero y convertirse en acumulador de kilovatios. Una tierra pionera y referente, esos dos términos que aman los políticos que no salen de los despachos, en esa transición energética que ya arruinó las comarcas mineras y que ahora amenaza con terminar de vaciar los pueblos que sobreviven a duras penas. Las instalaciones eólicas y fotovoltaicas no generan empleo local, ni fijan población. Eliminan terrenos que antes se dedicaban a usos tradicionales y transforman de una manera radical la identidad del territorio.


El actual despliegue sin control que desarrollan las compañías energéticas es insostenible para el desarrollo rural, tanto que podría llegar a estudiarse en el futuro como la puntilla a la despoblación que comenzó con el éxodo a las ciudades de mediados del pasado siglo. La contaminación es mucho más que humos y aquello de la transición a las energías renovables resulta más complicado que dejar de fabricar coches de combustión para colocar molinos en todos los montes. Esas soluciones sencillas para retos complejos solo aparecen en los programas electorales. La esencia de un territorio es el paisaje que ha ido esculpiendo la identidad de las comarcas en la interacción constante entre naturaleza y actividad humana. Y es esa identidad paisajística unida al patrimonio monumental e inmaterial el que explica los siglos y atrae visitantes ahora que lo rural se ha convertido esencialmente en la finca de recreo de las ciudades. Pero ningún turista busca esqueletos metálicos que estropean atardeceres. La invasión renovable tan solo está sirviendo para llenar las arcas de pequeños ayuntamientos que agrandan piscinas o contratan mejores orquestas para cada vez menos vecinos. Hay alcaldes más pragmáticos y visionarios que construyen tanatorios.

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