Texto y fotos: David Gustavo López
Escribe Iván Martínez Lobo en el diario digital “El Cabreirés” que en Quintanilla de Yuso los niños quieren ser lobos ya desde pequeños. Y dice esto porque en dicho pueblo cabreirés los más pequeños están deseando que llegue el Domingo de Pascua para disfrazarse de tal personaje y asustar a los demás chavales en el transcurso de la tradicional mascarada que se celebra en este día después de la misa.
Y sale el lloubo, sí, más veloz que los auténticos lobos en su carrera con un palo tras los chiquillos. Y salen también el Vieyo y la vieya a pedir el aguinaldo por las casas y, cómo no, la tradición se habría roto si faltasen los campanones, con su cabeza tapada mediante caretas de cartaloxo, como aquí denominan a la corteza de abedul, la cual les confiere aspecto de monstruo vegetal casi escondido bajo una especie de pelambrera a base de papelillos de colores y, sobre ella, una gran boina. Del resto del atuendo, lo más visible es una larga anguarina de paño oscuro que obliga a eliminar los cencerros que en su origen dieron nombre al personaje. Y falta por salir la pareja de jóvenes, asistentes obligados hace algunos años, de quienes dicen que andando el tiempo volverán a aparecer. A cambio, otros bichos anacrónicos (el león, el gorila, el macho cabrío, etc.) hacen acto de presencia y acompañan a la comitiva principal.
Lo importante es que la tradición, propia de las fechas de final o de principio de año, se mantiene aunque en algún momento incierto haya tenido que trasladarse al Domingo de Resurrección o de Pascua -en la localidad cabreiresa de La Cuesta ha pasado al último domingo de enero-, cuando ya han finalizado la Cuaresma y la Semana Santa. Seguro que algún cura, celoso en su ministerio, consideró que los seres infernales era mejor que saliesen espantados por causa de la resurrección de Jesucristo que no por su nacimiento. Claro que seguramente ignoraba que ni una cosa ni otra tenían nada que ver, pues se trata de una manifestación de origen pagano, vinculada a la celebración de la victoria del Sol sobre las tinieblas.
Se nota en el ambiente y es de admirar la ilusión puesta por los mozos de Quintaniella de Yuso en mantener sus tradiciones, encabezados por Sergio Carracedo y agrupados en la Asociación Cultural San Yusto. El lugar, la verdad, está a juego con ellas. Son muchos los rincones y casas que mantienen su raigambre popular cabreiresa, aunque, a mi parecer, ninguno como ese conjunto de tres pequeñas viviendas con sus respectivos hornos alineadas en la misma calle.