300.000 EUROS APORTADOS POR LA DIPUTACIÓN PARA SALVAR EL CASTILLO MÁS IMPORTANTE DE OMAÑA

300.000 EUROS APORTADOS POR LA DIPUTACIÓN PARA SALVAR EL CASTILLO MÁS IMPORTANTE DE OMAÑA

DIARIO DE LEÓN  6-10-2021

La resurrección de la fortaleza de Omaña

El castillo de Benal afronta su primera restauración.

Imagen del castillo de Benal, que junto a la fortaleza de Behobia, son los únicos de planta triangular de España. DL

  •  

Verónica Viñas

6 de octubre de 2021, 3:33

Salvar el castillo de Benal costará solo 300.000 euros. El 90 por ciento lo aporta el ‘Programa R’, puesto en marcha por la Diputación con seis millones de euros para rescatar el patrimonio abandonado. El resto, corre a cargo del pequeño Ayuntamiento de Riello. La intervención consistirá básicamente en consolidar las ruinas que se han salvado. El castillo de Benal (Beñal o Benar) lleva años en la Lista Roja de Hispania Nostra —la vergonzante nómina de monumentos maltratados y en ruina—, porque no ha visto una restauración en siglos. Desde hace más de una década el Ayuntamiento y, desde 2018, también la Asociación de Amigos del Castillo de Benal, negocian la cesión de esta fortaleza, que fue el bastión de la poderosa familia noble de los Quiñones. Los actuales propietarios, una familia afincada en Venezuela, traspasará la titularidad del castillo al Ayuntamiento, con el que ya firmó este compromiso en un documento privado.

Manuel Rodríguez, alcalde de Riello —municipio al que pertenece la localidad de El Castillo—, resta importancia al desprendimiento de una gran roca de la fortaleza hace unos días que impactó en la carretera. «Lo importante», dice, «es que, por fin, va a empezar la restauración y el castillo se va a salvar». De la misma opinión es la Asociación de Amigos del Castillo de Benal.

El arquitecto Rogelio Geijo, autor del proyecto de restauración, considera que la próxima intervención en Benal debe ser «el punto de partida».

Hace unos años se desplomó una pared entera y el monumento (declarado en 1949) está asfixiado por la maleza. No solo ha sufrido los estragos del tiempo, sino una rapiña sistemática, con el continuo expolio de piedras y sillares para usarlos en otras edificaciones de la comarca. «La mampostería ha perdido parte del mortero y es continuo el desprendimiento de cantos de las fábricas», dice el informe del arquitecto. La lista de daños resulta interminable. La torre del homenaje, de planta cuadrada, ha perdido sus forjados y existe un gran boquete por el que se puede acceder al interior del castillo. Los torreones de la esquina norte y suroeste se encuentran descalzados, así como las zonas del lienzo oeste y sur.

Los trabajos se ceñirán a desbrozar el terreno, limpieza de muros, evitar nuevos derrumbes, asegurando las estructuras que se mantienen en pie, así como el preceptivo estudio arqueológico. La complejidad del terreno impedirá llevar a cabo más actuaciones. Y es que una de las paredes está literalmente al borde de un precipicio, de forma que para recalzar los muros —según explica Geijo—, parte del presupuesto se consumirá en medios auxiliares. Además, se colocará un vallado perimetral de seguridad, que limite el acceso al castillo, y se rehará el portón de entrada.

Un plan ambicioso

El difícil calcular el dinero que precisa la fortaleza. «Las posibilidade son infinitas, todo dependerá del dinero disponible», asegura Geijo. El arquitecto tiene un espléndido proyecto para recuperar no solo la fortaleza, sino un conjunto de edificaciones agropecuarias —de los mismos propietarios—, que ahora se encuentran abandonadas y en estado de ruina y que podrían albergar en el futuro un museo de Omaña o un centro de interpretación de este castillo, cuya planta triangular lo convierten prácticamente en un unicum, una rareza. Si se acometieran ambos proyectos, con nuevos accesos, iluminación, cartelería e, incluso, recuperación de la volumetría original del castillo, así como el rescate de las edificaciones aledañas, el presupuesto podría sobrepasar el millón de euros.

La fortaleza omañesa se asienta sobre un primitivo castro romano. Se conserva un documento expedido el 22 de marzo de 1366 en Calahorra, en el que Enrique II de Trastámara concede a Juan González Bazán el castro de Benal. Seguramente, fue la economía de medios y la morfología del altozano sobre el que se asienta los que determinaron esta planta triangular, absolutamente novedosa en aquella época. Para los Quiñones era el símbolo de su poder, un guerrero inexpugnable al que llamaron ‘Atenar’, evocando a la acrópolis atenisense. El castillo de Benal fue bastión de los partidarios de Enrique en su guerra frente a Pedro I el Cruel. Nueve años después pasó a manos de Diego Fernández Quiñones, conde de Luna, por testamento de su padre y está considerada la primera fortaleza patrimonial de los Quiñones.

Aparte de los conocidos usos defensivos, el castillo también hizo de cárcel en el siglo XV. Su evidente posición estratégica le permitía controlar el Camino Real que se dirigía a Cangas de Narcea y atravesaba el valle de Omaña. El castillo se reformó en el siglo XVIII y en el XIX volvió a servir de cárcel de los concejos de Paredes, Omaña, La Lomba y Riello. A finales del siglo XIX se destruyó parte del castillo y los materiales se reutilizaron como pavimento de la carretera.

Facebooktwitterpinterestlinkedinmail

Deja un comentario