DIARIO DE LEÓN
El Prado ‘consagra’ un retablo leonés
Un retablo leonés es una de las piezas fundamentales de la nueva exposición del Museo del Prado
Retablo de Nicolás Francés en la exposición ‘El espejo perdido’, en el Museo del Prado. MUSEO DEL PRADO
14 DE OCTUBRE DE 2023, 3:33
Exponer públicamente a los judíos resultaría ahora inoportuno —con el conflicto de Gaza en su máxima tensión— si no fuera porque El Museo del Prado se ciñe a los de la España medieval. La pinacoteca nacional acaba de inaugurar la exposición El espejo perdido, donde refleja la visión que tenía la España de los siglos XIII al XV de los judíos y los conversos.
Esta muestra, en colaboración con el Museu Nacional d’Art de Catalunya, reúne 69 obras en la sala C del edificio Jerónimos hasta el 14 de enero. Una pieza crucial de la muestra es un retablo leonés, obra del gran artista Nicolás Francés, autor de los frescos del claustro de la Catedral de León y de su retablo original.
El Prado ha elegido el Retablo de la vida de la Virgen y de San Francisco, porque las representaciones de judíos no son muy frecuentes y en el retablo leonés aparecen en dos escenas.
Arte silenciado
El Prado explica en su web el espectacular alfarje de Valencia de Don Juan sin citar su origen
La pieza, que mide cinco metros de alto y otro tanto de ancho, está fechada entre los años 1445-1460, fue realizada originalmente para un monasterio franciscano desconocido y trasladada después a la capilla de la granja del marquesado de Esteva de las Delicias, en La Bañeza. Una obra difícil de ver, porque no está expuesta de forma permanente en El Prado. Tan interesante como las propias obras es averiguar cómo llegaron al museo del paseo de la Castellana muchas joyas leonesas. El nombre de algunos célebres ‘expoliadores’ está detrás de transacciones absolutamente legales. El anticuario zamorano Ignacio Martínez —el mismo que intervino en la venta del célebre claustro de Palamós—, entregó al Prado en 1932, previo pago, el citado retablo de Nicolás Francés.
En 2015 Christie’s subastaba en Nueva York La misa de San Gregorio, de Nicolás Francés, con un precio de partida de medio millón de dólares. Aunque la obra fue retirada minutos antes de salir a puja, da idea de la cotización que alcanza en el mercado del arte el gran pintor de la Catedral de León; un artista polifacético que realizó obras de talla, miniatura, cartones para vidrieras y pintura sobre tabla y mural.
Detalle del artesonado de Valencia de Don Juan en el techo del Museo del Prado. RAQUEL P. VIECO
El retablo de La Bañeza no es la única pieza ‘de actualidad’ en El Prado. El museo, que tiene un catálogo de obras comentadas, dedica un vídeo a un espectacular artesonado procedente de Valencia de Don Juan. Joan Molina Figueras, jefe del Departamento de Pintura Gótica Española, es el encargado de explicar esta obra, «una de las más monumentales, pero también una de las menos conocidas del museo», según afirma en el vídeo, sin citar el origen leonés del artesonado o alfarje.
El Prado hizo reformas para adaptarlo al techo de una sala del edificio Villanueva. En 2013 inauguraba un ‘santuario’ para albergar la colección donada por José Luis Várez Fisa y su esposa María Milagros Benegas. Doce piezas excepcionales y, entre ellas, dos ‘tesoros’ leoneses, el retablo de San Juan Bautista, del siglo XIII; y el artesonado decorado con espectaculares dragones, arpías y glifos de rotundos colores, procedente de la desaparecida iglesia coyantina de Santa Marina, considerada la mejor de estilo mudéjar de León.
Arte en carro de bueyes
Ahora, cualquier referencia a Valencia de Don Juan y a León ha sido ‘borrada’. Se presenta como artesonado Várez Fisa y se explica que puede ser la composición realizada por un anticuario con fines comerciales, procedente de varios artesonados del mismo o diferentes edificios, según el estudio realizado por el experto Gutiérrez Baños, que intenta argumentar la posible procedencia palentina del retablo. Sin embargo, numerosos historiadores, desde Gómez Moreno, lo documentan en Valencia de Don Juan. También es conocida la rocambolesca historia del retablo coyantino. En 1876 los vecinos de Valencia de Don Juan alertan del mal estado de la iglesia. Abandonada desde entonces, el 2 de abril de 1926 una parte se desploma, aunque ‘milagrosamente’ la cubierta del coro queda a salvo y, con ella, el artesonado. El que fuera arquitecto de la Catedral de León Juan Crisóstomo Torbado certificó entonces que la iglesia sólo precisaba «unas mejoras», aunque se optó por dejar caer el edificio. El historiador José María Luengo da cuenta de que el artesonado se lo llevó de noche un chamarilero en un carro de bueyes. Primero quedó en depósito en 5.000 pesetas y luego pasó a manos de un particular.
En 1927 el párroco de Valencia de Don Juan pidió permiso a la Academia de Bellas Artes de San Fernando para enajenar un artesonado de la iglesia en ruinas. La Academia envía a un ‘ojeador’, Elías Tormo, quien explica que la solicitud del párroco era una ironía, porque «hacía ya muchos meses que lo mejor de lo vendible de los artesonados se había vendido». No se sabe con certeza cuándo llegó a manos de José Várez Fisa, pero es seguro que fue antes de 1970.